La espiración es la parte más importante para los orientales, porque no puedes llenar algo si antes no lo vacías. Es mucho más importante porque siempre guardamos un volumen de reserva de aire en la espiración, como si tuviéramos miedo de no poder tomar suficiente aire en la siguiente inspiración. A medida que se avanza en la práctica de la respiración, el practicante se da cuenta de que todo comienza con la espiración. Cuanto más suave y amplia sea la espiración, más suave y amplia será la inspiración. La inspiración se realiza de forma relajada y la espiración con insistencia.
La respiración se iguala y se suaviza. Se relaja la entrada y la salida del aire, no hay más trabajo que el de relajar cada vez más y más y sentir. La percepción del aire, al principio, se fija en la entrada de las aletas nasales, es decir, donde hay mayor contraste. Poco a poco y a medida que avanza la práctica, la percepción del aire sube por la nariz y se fija en el entrecejo, después en la cabeza, luego en el abdomen y finalmente en las extremidades. Estas sensaciones focalizan la atención en lo más importante: en uno mismo y no en las cosas de alrededor que distraen la atención.
La sintonización sucede cuando la respiración es sutil, el cuerpo está relajado y la mente calmada. Se siente el cuerpo, la mente y el aire como una unidad. El aire se expande y se siente cada una de las partes del cuerpo hasta culminar en la percepción de los latidos del corazón resonando en el interior. Es entonces cuando todo late al unísono en toda su amplitud. Hay que dejarse llevar por los latidos, sintiendo como se extiende su radio de acción.
La sincronización con el corazón es la fase que completa la anterior, ahora se siente el corazón en el interior a modo de bombeo. Solamente hay que dejarse llevar, sentir el aire y sentir el corazón, cediendo a las exigencias y dejando que sea el corazón el que marque el ritmo de la vida.
La observación consiste en alcanzar una distancia con la respiración, disfrutar el observar todo el proceso de la respiración, de la percepción de calor y de frío. Solo hay que dejarse llevar y seguir el ritmo respiratorio, disfrutando de su vaivén. Las sensaciones se expanden. Practicar la esencia para llegar al aire. Practicar el aire para llegar al espíritu. Practicar el espíritu para llegar al vacío. Practicar el vacío para volver a la Unidad.
La fusión por amor es mirar alrededor y unirse en comunión con todo y con todos para formar un Uno, la contemplación es cuando se alcanza la percepción de lo Divino y se experimenta una vivencia de gozo y la unificación es la fusión en el Amor, humano y divino. Finalmente todo forma un Uno".-
Peter Yang
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