sábado, 21 de diciembre de 2019

Mañana es el gran día


Mañana es el gran día. Empieza una nueva etapa. Todos los esfuerzos, toda la alegría, todas las horas de la vida que hemos brindado generosamente con la más absoluta convicción de estar apoyando al líder, al amigo, al compañero de lucha, al mejor vecino mañana cobran otro sentido. Los convencionales nacionalistas que emergen de la elección interna van a proclamar a Mario Garcia como uno de los dos candidatos a intendente por el Partido Nacional en Lavalleja. No voy a hablar del político, todos los ciudadanos del departamento lo han escuchado por tv, en la radio o lo han visto en la esquina de su barrio. Voy a referirme a la dimensión humana, a esas cualidades que me han llevado a mi y a muchísimos habitantes del departamento a conformar el núcleo más grande y unido de militantes y simpatizantes que agrupación alguna pueda ostentar. Las relaciones entre las personas siempre son complejas. Las expectativas de posiciones de poder o posibilidades de mejorar sustancialmente la calidad de vida a través de los beneficios de un elevado salario ganado a través del voto popular son innegables. Este no es el caso de Mario, ya que a través de su trabajo profesional y del esfuerzo de su familia a lo largo del tiempo ha logrado una posición económica en la que no necesita de la política. Es más, sabemos que dedica una parte importante de su salario como diputado a obras de caridad y de ayuda a quien lo necesite, a condición de que estas no se divulguen públicamente. Con treinta y cinco años de militancia política puedo decir que no he visto otro candidato que disfrute más del contacto y la interacción con la gente como Mario. El cara a cara, el placer de conocer al vecino en su casa, a su familia, de saber sus sueños y esperanzas, de involucrarse en ellos para aportar una nueva visión. De disfrutar una rueda de amigos, casin o fuego de parrilla mediante, de acnedotas y guitarreadas, en el boliche del Caco Alonso, el Cleto o de Mario Agesta. De estar todos los domingos detrás del alambrado para alentar a las alas rojas del Olimpia, de disfrutar la feria dominical con su bolsa de tanjarinas que nunca llega a su casa porque se las come antes. De ser uno más en cada ciudad, pueblo o paraje. De tener la constancia de ir, muchas veces sin motivo concreto, solo para escuchar, ver, oír, aprender y entender de que se trata, de conocer las particularidades e idiosincrasia del lugar. Ud me preguntará porque todo ese esfuerzo, sobretodo porque lo hace desde el primer al último día de gestión y si realmente es redituables en términos políticos. Le diré que lo hace porque le gusta y disfruta. Porque la vocación de servicio no está asociada ni condicionada a resultados concretos. Y créanme que cuando las cosas se hacen guardando en la retina la imagen de cada beneficiario de lo que se va hacer tienen otro sabor, porque duele el trance de ver quien no está pasando bien y el disfrute del que va por el buen camino. Quien ha dedicado su vida a tender una mano, a construir puentes basado en el respeto y la tolerancia tiene toda mi admiración. Pero compruebenlo ustedes mismos. No crean en mis palabras. Busquen testimonios de sus allegados, familiares, conocidos. Para mi esta no es una campaña electoral más, porque no voto y trabajo sólo para un candidato a la intendencia. Lo hago por un ser humano con valores en toda la dimensión de la palabra. Mañana es un mojón importante. Lo mejor está por venir. @SpoturnoV 

viernes, 20 de diciembre de 2019

Roma, Soraya y Cicero


Cuando transcurría el año 475 se avizoraba la caída del imperio romano. Cicero, napolitano y fiestero, descendiente de una estirpe de oradores, disfrutaba de los placeres de la corte. En aquel momento histórico el emperador Rómulo Augusto convocaba a todo hombre disponible para el frente de batalla a fin de contener las hordas bárbaras. Se rumoreaba que Odoacro, el jefe germano, operaba tras bambalinas, al acecho, con un poderoso ejército para dar el zarpazo final. Cicero escuchaba con preocupación las noticias y especulaba con los nobles sobre el oscuro porvenir del imperio. Era el esposo de Berta, una déspota, obesa y fea mujer pero con mucho poder, cuya única cualidad era la de ser hermana del emperador. Vivían en el Palacio Villa Bonifacia, antecesor del majestuoso Palazzo Donn'Anna, frente a las costas del Tirreno. Un buen día familiares de Berta se mudaron al Palacio. Venian en exilio desde las tierras ocupadas por Alarico, el rey visigodo que asoló Roma por varios días. El matrimonio tenía una hija muy hermosa, rubia y de ojos azules. Soraya, una adolescente fascinada con las historias de gestas heroicas de los romanos. Una noche, Cicero se sintió observado mientras cumplía con sus deberes maritales. Era una sensación que se venía repitiendo frecuentemente. En determinado momento el resplandor de la luna brilló en los ojos azules de Soraya. El hombre sintió deseos irrefrenables de ir tras ella. Sin embargo esperó a que su mujer conciliara el sueño y se levantó de la cama. Tenía su dormitorio propio porque las dimensiones y ronquidos de Berta le hacían imposible el descanso. Al salir de la alcoba, en medio del pasillo adornado con jarrones, cuadros y plantas sus ojos se  cruzaron, enamorados a primera vista. Sin decir palabra caminaron juntos tomados de sus manos y durmieron abrazados hasta el alba. Una tarde, mientras tomaban té en el jardín Soraya dice a su madre que tiene un atraso en el periodo menstrual. Berta, no prestaba atención pero reconoció de inmediato el fuerte perfume de magnolias que usaba la adolescente, el mismo que estaba ya impregnado en el dormitorio de su marido. A la noche, los guardias de palacio vinieron por Cicero, cumpliendo órdenes estrictas de Berta. Antes de entregarse se encontró con su amada, cerró los ojos para recordar su calidez y tocó su abdomen, nada se dijeron pero Cicero estaba seguro del embarazo de su amante. El 4 de setiembre del 476 Odoarco derroca a Rómulo Augusto y Cicero es liberado, habiendo sobrevivido milagrosamente a las batallas del Coliseo Romano. La imagen de su mundo se reducía a aquellos ojos azules brillando en luna llena. Nadie en Nápoles pudo decirle donde se había marchado Soraya y su familia, expulsados del palacio aquella fatídica noche. Caminó por los bosques con la melancolía enquistada sobre sus hombros. Finalmente, durmiendo en el pasto bajo la bóveda estrellada tuvo un sueño profundo. Creyó ver los ojos de Soraya sobre los suyos, supo entonces en esa mirada que ella no pudo soportar la tensa situación y se había arrojado al mar. Sin pensarlo Cicero corrió hasta el borde de un alcantilado que daba al Tirreno. Sintió la brisa en su cara al caer y se sintió feliz. Al sumergirse en el agua contuvo la respiración y sintió el amor más intenso y profundo que uno podría imaginarse. Retumbaron como un eco en su pecho las palabras de su amada prometiendo no alejarse de él en la próxima reencarnación. Fue perdiendo la conciencia y la vida mientras miraba y sentía aquellos ojos azules en su corazón. El éxtasis de la muerte lo abrazó. @SpoturnoV

martes, 17 de diciembre de 2019

El elefante y la hormiga


Un elefante caminaba muy alegre por la selva, cuando de pronto un ruido a ramas lo hizo poner alerta. Una angustiosa voz pedía auxilio, miró para todos lados y sin descubrir de donde provenía. Caminó dos pasos pero la voz lo seguía llamando. Cuán grande fue su sorpresa! Era una hormiguita viajera. Fue amor a primera vista. Era tan hermosa que el elefante quedó impactado. Rápido! Le dijo, un oso hormiguero viene por nosotras. El elefante, auténtico rey de la selva por su sabiduría y compasión puso en fuga sin esfuerzo al oso. Ahí mismo le confesó su amor por la pequeña hormiguita. Ella aceptó pero puso sus condiciones. "He visto como te miran otras hembras de varias especies", le dijo. "Me ven grande y poderoso, no puedo evitarlo" respondío Juan el elefante, "pero si puedo evitar que las aves y las cocotillas de colores se posen en mi lomo, la cola del elefante tiene esa utilidad, las borra de un plumazo". A veces se veían cerca de la gran ciudad donde vivía la hormiguita y a veces a orillas del río donde vivía el elefante. Este se desvivia en atenciones hacia ella, pero la hormiguita era tan inteligente como demandante. Un día reposaban en la cama hecha de juncos, debajo de un gran ciprés y la hormiguita dijo "tengo un temor natural hacia ti, vives muy lejos y me canso de ir y venir hasta acá. Pero lo que más deseo es que adelgaces así tu no me aplastas". Cuando la hormiguita partió de viaje el elefante hizo un milagro, se puso en línea en un tiempo casi nulo. "Tenemos otro problema" dijo ella mientras masticaba una exquisita hoja con sumo placer, estamos lejos y yo soy viajera, no se donde tú estás, ni que haces". Con mucha agilidad mental Juan le dio la solución, "me podré unas antenas de hormiga y así sabremos donde está cada uno". Así lo acordaron. El día de la llegada del último viaje de la hormiguita. Juan estaba ansioso pero siguiendo su instinto ese día no se comunicó con ella. Su intuición le decía que algo no iba bien. De pronto se dio cuenta que ella había hecho lo que siempre insistía que no se podía hacer: desconectar las antenitas. Juan dotado de una gran inventiva se dirigió a la reina de las arañas. "Dime Oh gran reina araña, tu que tienes grandes redes por toda la selva ¿podras decirme donde esta mi amada? Así lo hizo. Para desazón de Juan su hormiguita viajera estaba en un hábitat distinto, en una cueva desconocida. Durante tres horas, con las antenas apagadas. A través de los chimpancés que viajan muy rápido por las lianas de los árboles le mandó un mensaje diciéndole que sabía donde había estado. Silencio. "Ella no iría a la casa de un bicho feo si no es que lo conociera desde antes y si tuviera una respuesta se la habría dado a Pancho, el mono que le llevó el mensaje" cavilo frunciendo el ceño. Lo curioso es que Juan no estaba enojado. No iría a la casa del bicho feo para exterminarlo ni le pediría a la gran serpiente que es la hechicera del bosque que haga un conjuro malo. Estaba en paz, había dado todo de sí. El nunca espera que le devuelvan lo que hace de corazón. Es feliz porque al lado de ella creció, pudo desarrollarse y crecer en todo sentido. La última vez que lo vi y me contó la historia se emocionaba cuando hablaba. Para Juan y su familia la traición y el engaño no existen porque a su abuelo le cortaron los colmillos para hacer objetos de marfil cuando iba detrás de otra elefanta que no era la suya. Las hormigas son muy organizadas, y tienen que cumplir roles muy precisos. Por eso no entienden mucho de amor incondicional, sentimientos y romance. El elefante es el animal sagrado en la India por eso práctica la devoción. Las hormiguitas tienen que planificar con inteligencia sus movimientos. Sortear muchos obstáculos en sus viajes las hace muy astutas y sagaces. La historia del elefante y la hormiguita viajera hizo las delicias de todos aquellos que estuvieron cerca. Todos quedaban deslumbrados con el cariño y la dulzura con que aquel animal gigante le brindaba a su pequeñísima amada. Al anochecer, cuando todas las especies de la jungla van a sus guaridas, las crías  justo antes de dormir le piden a sus mamás que les cuenten historias de amor, la de Juan el elefante y la hormiguita viajera es su favorita. Cierran sus ojos y se preparan para soñar con un amor así. Y colorín colorado @SpoturnoV 

sábado, 14 de diciembre de 2019


"Oh muerte, méceme dormida
tráeme un silencioso descanso
Deja pasar libre de culpa mi fantasma
cuidadosamente fuera de mi pecho.
Resuenan lúgubres campanas
deja que el sonido de mi muerte hable
Pues debo morir
no tengo más remedio
mi hora de morir ha llegado"
Ana Bolena

Ana había preparado con esmero la danza que debía interpretar en el baile de disfraces de palacio. Una voz interior le decía que su hora estaba cerca. Tenía una relación no consumada con Henry Percy que estaba llegando a su fin. Ese día, estaba más hermosa que de costumbre. Lo notó al darse cuenta que todas las miradas masculinas se posaban en ella. Esto la inquietó pero rápidamente retomó su compostura y dedicó su sonrisa más luminosa a los presentes. La mirada de águila de Enrique VII de Inglaterra hizo contacto con la suya. Allí supo cual sería su destino. Esa noche brilló, deslumbró a toda la corte. Lo que nadie supo nunca es que los sábados se internaba en la espesura del bosque. Cubierta de una roja capa visitaba a un mago que vivía en la espesura, a orillas del río Saint Francis. Desde niña era su amor prohibido. Sólo la separaba de él los viajes que debía realizar, generalmente al continente donde, contra su voluntad realizó sus estudios. Los vecinos de la aldea decían que se trataba del mismísimo Merlín, desparecido después de la muerte del rey Arturo. Recurrían a él por sus poderes para cambiar el clima. De esta forma sus cosechas siempre eran exitosas. Merlín usó sus fuerzas invisible para propiciar el matrimonio de Ana y Enrique VII, ya que quería dejar su propia descendencia en el trono inglés. El conjuro había tenido éxito porque desde que la vio en palacio el rey no pensaba en otra cosa que no fuera en seducir a Ana. Se rumoreaba que había rechazado todos los embates del rey diciendo "antes de perder mi inocencia prefiero morir". Fue la primer plebeya en acceder a un cargo en la nobleza, porque mientras Enrique agotaba los medios para divorciarse de la reina Catalina le otorgó el marquesado de Pembroque. Después es historia conocida, ruptura con el Vaticano, ceremonia de casamiento primero en secreto y posteriormente en Londres en 1533. El primer sábado posterior a la boda Ana, vestida con su capa roja se interna en el bosque del río Saint Francis. Era una noche de luna llena. Los astros estaban alineados, El caldero humeaba con una pócima secreta compuesta de muérdago, pétalos de rosas, gotas de rocío, miel de las sierras y gotas del ritual de sangre entre ambos. Los animales del bosque quedaron todos en silencio. Se dice que esa noche tembló la tierra. Antes de la medianoche un carruaje llevó de vuelta a Ana a palacio. En sus entrañas llevaba la semilla de Isabel I de Inglaterra. Las intrigas palaciegas, los vaivenes de la política, el carácter ambiguo y errático de Enrique hizo el resto. Ana, condenada por adulterio, incesto y alta traición. Desde el 2 de mayo que fue encerrada en la torre del palacio extraños incidentes paranormales fueron registrados. Cuadros que caían, velas que prendían y apagaban, muebles que se movían y sonidos de ultratumba. Se decía que una extraña sombra se dirigía hacía la torre. Era  Merlín al encuentro con su amada. La mañana del 19 de mayo, día de la ejecución de la reina un pentagrama con extraños símbolos se veía en su alcoba. La muerte no arrebataría el amor entre Ana Bolena y Merlín que continuaba en planos invisibles. El lazo de sangre de la reina y el mago permanecerá en el más absoluto secreto. Sólo este cronista osa en revelarlo. Aún hoy los visitantes del palacio de Buckingham ven el fantasma de Ana danzar como aquella vez en 1522  y los moradores del río Saint Francis escuchan los poemas que Merlín le dedicaba a su amada. @Satsang

martes, 10 de diciembre de 2019


Te he creado una manta de palabras a tu alrededor, para que te cubra, te proteja, te abrigue. Casi como el hechizo de un mago para que nadie entre en tu círculo de vulnerabilidad. Maleable y flexible para que el viento suave, la lluvia mansa, y los rayos de sol tenues caigan con la suavidad de las plumas. He forrado de blanco algodón los enredones de la turbulencia de tu mente, he dejado un espacio para tu ira y tus berrinches se amortiguen y no se vuelvan en tu contra. He formado una elíptica con dos centros, donde el tuyo y el mío sean sin que mi ego pueda quitarte la atención que mereces. Pero dejé la puerta entornada para puedas entrar o salir. Quedarse bajo el pretil de la puerta no es una opción. La salida de tus pasos dejó una huella visible, un rastro a seguir. Pero no fui tras de ti. Tampoco sufrí ni dejé que alguna lágrima cayera, porque no había ni tristeza ni decepción. "Será mejor así?" Pensé. Ese espacio agradable y cálido quedó vacío porque quizás no era a la medida de su anterior ocupante. Como el aleteo de una mariposa en África trae con los meses un huracán en el océano, con esa misma paciencia y convicción, con esa seguridad de lo infalible espero. Sin ansiedad ni apresuramiento, como un granjero que espera el alba para ver el nacimiento de un nuevo ser, que, como los primeros rayos de sol de la mañana me traigan sin los estertores de parto la buena nueva. @SpoturnoV

jueves, 5 de diciembre de 2019




Anir, era uno de los tuareg que transitaba en caravana por el desierto del Sahara. Absorto en sus pensamientos avanzaba lentamente por las pesadas arenas. Su camello se detiene de súbito y allí, con cierta alarma expresada en su rostro moreno y curtido por los abrasadores soles y las intensas tormentas de arena, se da cuenta que está perdido. Es el único lugar en la tierra donde el paisaje cambia de forma en minutos. No hay patrones de reconocimiento fiables, a excepción de las estrellas. "Soy un bereber, un tuareg, un príncipe del desierto" se dijo para darse ánimo. Abrió su cantimplora la llevó a sus labios y sólo unas pocas gotas cayeron en su boca sedienta. A lo lejos divisó un charco de agua y apuró sus pasos hacia allí. Era agua estancada en estado de descomposición. No tenía alternativa. Sabia que el cielo estaba en fase de luna nueva y que sería entonces más difícil avanzar en la gélida noche. No lo dudó dos veces, bebió el agua tóxica y llenó resignadamente su recipiente para la travesía. Pensando en las consecuencias que esta ingesta traería para su organismo se dijo: "entre la nada y el dolor, prefiero el dolor". Anir siguió bebiendo esa agua turbia durante muchos días, y pese a los dolores estomacales su cuerpo se adaptó a ella. Al fin llegó al Oasis deseado, donde pudo beber agua potable para su consumo. Para su sorpresa está agua le trajo náuseas, grandes dolores y vómitos. Tuvo que desandar el camino y avanzar hacia el agua turbia para recuperarse. Acampó en ese lugar, quería entender que le estaba pasando y extraer una enseñanza de eso. Recordó la frase que un sabio le había dicho: "para vivir se necesita agua, oxígeno, comida y caricias". Las caricias son el estímulo necesario para desarrollarse. El término caricias expresado no sólo piel con piel sino también en forma de palabra de aliento, una mirada de aprobación, una sonrisa, una palmada en el hombro, un consejo o una escucha atenta. Se dio cuenta entonces que cuando el agua fresca de las caricias no está disponible bebemos la que tenemos al alcance, aunque sea tóxica. Y nos acostumbramos inconscientemente a reproducir actitudes negativas  para volver a experimentarlas aunque sean caricias negativas y lo hacemos sin darnos cuenta hasta que se transforma en un hábito. A partir de esa comprensión la vida de Anir se transformó por completo, necesitó perderse para encontrarse consigo mismo. Fue él mismo un oasis de paz, un remanso de serenidad, agua fresca y cristalina que se vierte generosamente sin esperar recompensa o aprobación, volcó sabiduría y tolerancia entre sus pares, fue la caricia al alma tan ansiada. Fue recordado mucho tiempo porque gracias a su transformación los demás también podían hacerlo. Sus ojos reflejaban en aquellos que los miraban la mejor versión de si mismos. A la vez que repetía la frase: "una vida sin dar amor genuino es como un árbol sin flores ni frutos". Tú también tienes ese poder y tu mirada puede transformar las personas, las plantas y todo lo que te rodea. @SpoturnoV