martes, 10 de diciembre de 2019


Te he creado una manta de palabras a tu alrededor, para que te cubra, te proteja, te abrigue. Casi como el hechizo de un mago para que nadie entre en tu círculo de vulnerabilidad. Maleable y flexible para que el viento suave, la lluvia mansa, y los rayos de sol tenues caigan con la suavidad de las plumas. He forrado de blanco algodón los enredones de la turbulencia de tu mente, he dejado un espacio para tu ira y tus berrinches se amortiguen y no se vuelvan en tu contra. He formado una elíptica con dos centros, donde el tuyo y el mío sean sin que mi ego pueda quitarte la atención que mereces. Pero dejé la puerta entornada para puedas entrar o salir. Quedarse bajo el pretil de la puerta no es una opción. La salida de tus pasos dejó una huella visible, un rastro a seguir. Pero no fui tras de ti. Tampoco sufrí ni dejé que alguna lágrima cayera, porque no había ni tristeza ni decepción. "Será mejor así?" Pensé. Ese espacio agradable y cálido quedó vacío porque quizás no era a la medida de su anterior ocupante. Como el aleteo de una mariposa en África trae con los meses un huracán en el océano, con esa misma paciencia y convicción, con esa seguridad de lo infalible espero. Sin ansiedad ni apresuramiento, como un granjero que espera el alba para ver el nacimiento de un nuevo ser, que, como los primeros rayos de sol de la mañana me traigan sin los estertores de parto la buena nueva. @SpoturnoV

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