martes, 30 de junio de 2020

El agua y el barro


 

Caminaban unos cazadores por el bosque. Venían alegres, la espera había dado sus frutos. Theo, Albricias y Mateo con astucia y pericia, y tras largos días de persecución acorralaron y mataron un jabalí que no sólo había devorado los pocos corderos que tenían en su hacienda sino que los destrozos en sus cosechas eran importantes. Durmieron plácidamente y despertaron con hambre a mediodía. Mientras unos buscaban leña para el fuego y asar la carne de su presa Albricias fue al arroyo cercano en busca de agua. Allí se topó con un asceta, un hombre de fe que meditaba en las orillas. Hey tú! le gritó el cazador, te ves muy delgado! Si vienes conmigo te convidaremos con un poco de carne de jabalí. Juan, que así se llamaba el hombre accedió y juntos llevaron el agua para sus compañeros. Mientras almorzaban y le contaron al hombre sus anécdotas de caza. Mateo le dijo a Theo: "es tu turno de traer más de esa agua fresca y cristalina". Accedió y pensó que la caminata ayudaría a sentirse más liviano. Juan lo acompañó. Al acercarse al arroyo, éste se tendió en un barranco mientras el cazador buscaba agua. Volvió y dijo: "estoy decepcionado, un carruaje pasó y el agua quedó turbia y barrosa". Juan al verlo ofuscado expresó una vieja frase de Buda: "Espera que el barro se asiente y el agua se aclare". "Eso que te digo no es sólo para el agua que has de beber, sino que es para cuando te sientas oprimido, cansado, agobiado porque tus pensamientos negativos se han apoderado de ti". Al llegar al campamento Juan prosiguió:
"Quién no ha pasado por una situación así? La frustración, el enojo o la impotencia nos han ganado y no sabemos como salir. Seguir pensando es acumular más confusión, "más barro", y quizás lastimemos o responsabilicemos a alguien más, cuando es sólo nuestra percepción de las cosas que ese "barro mental", que como el agua, se enturbió. Y de la misma manera debemos proceder, quedándonos quietos, en silencio, sin revolver en nuestra cabeza los pensamientos. Sólo silencio y nuestra percepción como el agua del arroyo se irá aclarando, nos vamos serenando y nos damos cuenta que esa turbulencia lo creamos nosotros. Como? Suponiendo. Suponer es imaginar historias sin fundamento, pero que las damos como ciertas y nos convencemos de ellas. Suponer es una gran fuente de confusión mental. Nos daña a nosotros y contamina a quienes nos rodean. Es un hábito, si logramos deshacernos de él habremos ganado en paz, en felicidad y en una clara visión de las cosas". Sólo se oía el crepitar de los leños cuando Juan terminó de hablar. Los vida de los tres cazadores ya no sería igual que antes, algo profundo había calado en ellos. @SpoturnoV

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