“Creo que la conciencia es fundamental. Creo que todo asunto deriva de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, es dictado por la conciencia.”
Max Planck, premio Nobel de física, 1918
Una señora discutía airadamente con el encargado de las finanzas del ashram ubicado en el monte Arunchala en la India. Quería que le devolvieran el dinero que había donado a la congregación y regresar a su país. Ramana Maharshi observaba la situación. En determinado momento miró amorosamente a la mujer y dijo: "devuelvalenle su dinero y cincuenta rupias más". Así se hizo. A la noche, un grupo de personas reunidas en torno al fogón, le preguntó el maestro porqué había tomado esa decisión. "A quién había donado ese dinero la señora? Preguntó Ramana. Se hizo un silencio y prosiguió, "no a la comunidad sino a ella misma. Porque todos nuestros actos, desde el más trascendente al más insignificante no lo hacemos en beneficio o en detrimento de los demás, el bien o el mal que hacemos nos lo hacemos a nosotros mismos". Esto es difícil de admitir! Protestó un oyente. "Se bien que esa señora nos quitó un dinero que ya pertenecía a nuestra comunidad". Ramana hizo un gesto con su mano para pedirle silencio y respondió "a tal punto lo que hacemos es siempre a nosotros mismos que esa señora cuando vuelva a su país va a tener problemas financieros". Pero como? Se llevó mucho dinero en su cartera! Exclamó alguien desde el fondo. Simple! Dijo el maestro. "Ese dinero se lo quitó a sí misma, por eso va le va a escasear en el futuro". Siempre estamos frente al si mismo, no hay dos, tres o cuatro si mismos. Hay un sólo si mismo, la consciencia es una, es el ego que nos hace ver como separados de los demás. Yo soy eso, tú eres eso. Si tuviésemos esto presente, tratariamos amorosa y amablemente a los demás, por la sencilla razón que ese otro soy yo mismo. La señora escuchaba desde su cabaña toda la conversación mientras esperaba el vehículo que la llevaría al aeropuerto. Comprendió esa verdad profunda y tuvo la precaución de dejar el sobre del dinero en la oficina del administrador antes de marcharse, prometiéndose volver. Y tambien el atino de redactar palabra por palabra la charla. Se la leía, semanas después, a su amiga en un salón de te, sentadas en mullidos sillones verdes, de moda en la Alemania Prusiana del 1900. No imaginaba que a sus espaldas el científico y profesor Max Planck escuchaba con atención, mientras daba unas bocanadas a su pipa. Quedó en un estado taciturno y meditativo. Éste había terminado de redactar la famosa teoría cuántica, justamente esa misma tarde. Le valdría el premio Nobel 18 años después. Ese gurú tiene toda la razón del mundo! Cuanta sabiduría! le dijo a su interlocutor, otro joven científico llamado Albert Einstein quien respondió: "con esta nueva teoría que tú tienes, el conocimiento actual y el ancestral se dan la mano". Max Planck asintió, se levantó de su silla le dio un fuerte apretón de manos a Einstein diciéndole en voz baja: "recuerda las palabras de Ramana Maharshi, a quien espero conocer algún día, siempre estamos frente a nosotros mismos, el "otro" es sólo un espejo". Un maestro en una remota montaña al otro lado del mundo había logrado involuntariamente cambiar la perspectiva y le había dado a estos brillantes hombres un punto de vista clave para entender y desarrollar las ideas que cambiarían para siempre a la humanidad. Bien podría ser esta historia imaginaria el gen de la famosa frase de Einstein: "no puedes cambiar el mundo, pero si cambias tu pensamiento, el mundo que te rodea cambiará" @SpoturnoV
gracias...
ResponderEliminarA ti!!
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