96 y 73. La reina de Saba y Salomón
La reina de Saba tenía 23 años, era una mujer mujer muy hermosa que no conocía las mieles del amor profundo hasta que conoció al rey Salomón, famoso por sus poderes místicos y esotéricos. Se dice que convocó a los demonios del más allá, íncubos y súcubos para construir su templo. En presencia de esas fuerzas poderosas pidió la mujer más hermosa para su vida. Para ella el amor fue a primera vista. Sabía que aquel iba a ser el amor de su vida. A Salomón esto le fue dado en forma progresiva. Aquel estaba acostumbrado a relaciones largas y duraderas por lo que no tomó la iniciativa hasta que su corazón así se lo indicó. No era un barco que anclara en cualquier puerto. Hacía unos años que estaba en el camino de la iluminación y era el espíritu y no la carne lo que buscaba en las personas. Cuando abrió sus ojos y la vio fue tal el impacto que cada vez la veía como por primera vez. Este prólogo era a su vez lo que los unía y separaba. Sus cuerpos y almas estaban tan en sincronía que se acoplaban como hechos en un mismo molde. Salomón recibía admiración por sus milagros, su energía y vibración. Era generoso en sus agradecimiento a estas demostraciones, porque sabía la máxima de dar para recibir. Aunque su intención era prístina Saba tenía recelos en cuanto a esto. Salomón tenía la capacidad de adaptarse a cada requerimiento de su amada. Pero cada separación era para él la oportunidad de ir hacia dentro de su corazón y allí la volvía a encontrar, entonces sus separaciones no eran tales. Su corazón no tenía espacio para más nadie que su Reina. Estas disputas cesaron cuando comprendieron una verdad universal, en un antiguo texto, un libro que por azar cayó en sus manos: "El otro no existe, siempre estoy proyectando mis creencias en el otro". Lo que me molesta de ti lo cambio en mí porque si eso que me molesta no estuviera en mí no lo vería. Es fácil decirlo pero no practicarlo. Esas proyecciones y hábitos mentales las adquirimos desde el vientre de nuestra madre y hasta los siete años. Entonces hicieron un pacto de amor y ella supo al mirarlo a los ojos que siempre estaría a su lado y que ninguna tentación lo apartaría ni un ápice fuera de su círculo del corazón. No cuenta la historia que ambos abandonaron sus tronos fingiendo su muerte. Planearon su huida al Este para vivir su pasión. El pacto que atesoraban era decir te amo visualizando al otro justo antes de ir a dormir. Eso le dio a Saba seguridad y confianza. Salomón siempre cumplía su palabra. Aún hoy, él con noventa y seis ella con setenta y tres se los ve pasear por las calles de una desconocida ciudad, tomados de la mano, sonrientes y con un brillo del amor en los ojos que, a quienes somos testigos de ello y sabemos de quienes se trata nos hace emocionar. @ SpoturnoV
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