"El destino es algo que se debe mirar volviéndose hacia atrás, no algo que deba saberse de antemano"
Haruki Murakami
Abre tus ojos, ve las coincidencias, guiate por las señales. Como la historia de Hansel y Gretel el destino nos va dejando un sendero a seguir, un camino por el cual transitar, una pista para descubrir el camino. Les contaré una historia familiar. Mi abuelo Ramón pasaba sus veranos en el campo de una familia amiga, allí también iba otro niño José, que venía de Buenos Aires. Su familia veraneaba en Mar del Plata pero el quería venir a ese paraje rural cercano a Minas. Tanto le gustaba esta ciudad que ya de adulto vino con su señora a radicarse en ella. Pasaron los años y estos buenos amigos dejaron se verse. A pesar de vivir en la misma ciudad ninguno supo de la existencia del otro. Ramón tuvo una hija, a la que puso su segundo nombre, Obdulia pero que todos llamaban Tula. José tenía un hijo varón que se llamaba Juan Carlos. Un día Tula invita a cenar a los padres de su novio y hacer la presentación de su familia. Se pusieron sus mejores galas, prepararon el mejor menú y pusieron el menage reservado para grandes ocasiones. Suena el timbre y la expectativa aumenta. Ramón se dirige a la puerta a abrir. Allí recibe la sorpresa de su vida. El padre de la novia era nada más ni nada menos que su amigo de la infancia que vivía en Buenos Aires. El destino había cuidadosamente preparado la función. Los novios se casaron y yo soy el fruto de esa unión. Con ese testimonio he prestado especial atención a toda estas señales que a cada paso me dejan atónito. El destino y el amor tienen un romance particular, el amor se expande y el destino une aquello que está destinado a ser. Y la vida nos pone obstáculos para poder crecer. Si ves, no te quedes inmóvil ni te alejes, porque cada piedra está destinada a forjar tu crecimiento. Detrás de aquel cerro, empinado y a priori difícil de escalar por la oscuridad de la noche sin luna se encuentra el más maravilloso amanecer. @SpoturnoV
Haruki Murakami
Abre tus ojos, ve las coincidencias, guiate por las señales. Como la historia de Hansel y Gretel el destino nos va dejando un sendero a seguir, un camino por el cual transitar, una pista para descubrir el camino. Les contaré una historia familiar. Mi abuelo Ramón pasaba sus veranos en el campo de una familia amiga, allí también iba otro niño José, que venía de Buenos Aires. Su familia veraneaba en Mar del Plata pero el quería venir a ese paraje rural cercano a Minas. Tanto le gustaba esta ciudad que ya de adulto vino con su señora a radicarse en ella. Pasaron los años y estos buenos amigos dejaron se verse. A pesar de vivir en la misma ciudad ninguno supo de la existencia del otro. Ramón tuvo una hija, a la que puso su segundo nombre, Obdulia pero que todos llamaban Tula. José tenía un hijo varón que se llamaba Juan Carlos. Un día Tula invita a cenar a los padres de su novio y hacer la presentación de su familia. Se pusieron sus mejores galas, prepararon el mejor menú y pusieron el menage reservado para grandes ocasiones. Suena el timbre y la expectativa aumenta. Ramón se dirige a la puerta a abrir. Allí recibe la sorpresa de su vida. El padre de la novia era nada más ni nada menos que su amigo de la infancia que vivía en Buenos Aires. El destino había cuidadosamente preparado la función. Los novios se casaron y yo soy el fruto de esa unión. Con ese testimonio he prestado especial atención a toda estas señales que a cada paso me dejan atónito. El destino y el amor tienen un romance particular, el amor se expande y el destino une aquello que está destinado a ser. Y la vida nos pone obstáculos para poder crecer. Si ves, no te quedes inmóvil ni te alejes, porque cada piedra está destinada a forjar tu crecimiento. Detrás de aquel cerro, empinado y a priori difícil de escalar por la oscuridad de la noche sin luna se encuentra el más maravilloso amanecer. @SpoturnoV
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