"Doña Petra le reza a los tambores
Cuando llaman costeando el San Francisco
Y las calles del Rambla son historias
De los Coto, los Vera y los Pintos"
Chalar/Inzaurralde
Recuerdos de una infancia cálida, agradable y familiera, de casa matriarcal con abuela y tías solicitas y cariñosas. Siempre alertas, con monitores prendidos en busca de la causa de ese estornudo, de esa tos, de ese malestar. El procedimiento era siempre el mismo, ducha, perfume y ropa dominguera. No llamaban al médico, enfilábamos rumbo a la rambla, frente al San Francisco. Disfrutaba el paseo de la mano de la abuela. El aire del arroyo, los frondosos y coloridos árboles hasta llegar a aquella casa colonial, patio de piedra laja y enorme palmera. Entrar en aquella habitación era una sensación indescriptible, dejabas fuera como por arte de magia todo tus malestares, era como entrar a otra dimensión. Allí una señora morena, de mirada dulce, con pañoleta que que cubrían sus hombros te esperaba. Murmuraba unas palabras entre dientes, un rezo, un santiguado y no necesitabas nada más para sentirte mejor. A la vuelta volvíamos en silencio, muchas veces pensé que yo era la excusa perfecta para que mi abuela fuese a ese lugar para volver a sentirse bien, para estar en equilibrio y armonía. Una tarde, al ver que había muchas personas esperando turno la abuela me dejó allí. Iba a la casa de su amiga del corazón, su comadre como le decía, a tomar mate dulce, bizcochos con grasa y ponerse al día con los chismes del barrio. Curiosamente la dulce señora me atendió enseguida. Tuve por primera vez la posibilidad de despejar mi infantil curiosidad. Supe su verdadero nombre Petrona Valentina Concepción Correa, había estudiado en Brasil y me confesó que ella no sanaba, sino que una fuerza superior pasaba a través de ella hacia sus manos. Los recuerdos de la infancia son efímeros y volátiles pero sus palabras las recuerdo textualmente "cualquier emoción, dolor, enojo que no sanes se transformara en malestar y luego en enfermedad. Son las emociones que hay que curar para que el cuerpo esté saludable" Y bajando el tono de voz dijo: "Si tanto bien te hace venir a verme cuando te sientas mal cierra tus ojos e imagina que estás en esta habitación, a mi lado, verás que todo lo que sientes, al serenarte se mejora". Receta infalible que aún, décadas después practico y me hace sentir a las mil maravillas. Nunca pude agradecerle personalmente todo lo que hizo por mi y por muchas generaciones de minuanos. Hace pocos días vi a su nieta, heredera de sus ojos de bondadosa mirada y le conté en público esta historia que tenía almacenada en lo profundo de mi corazón. Supe que esta santa mujer donde se encontrase me escuchó. Al otro día milagrosamente, en una muy fría y helada mañana otoñal una mariposa primaveral con la que ilustro este relato apareció en mi vereda. A ti Doña Petra querida, Gracias por tanto! @SpoturnoV
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