Esta historia no forma parte de ninguna mitología, de ningún relato. Es un homenaje a la musa que me inspira.
El tenía muchos nombres, lo llamaban Brahma, Vishnu, Shiva, Ra, Anu, Tapeu, Kukulkan, Quetzacoalt, Viracocha, Zeus, Odín, Alá, Dios, Jehová, Shangdi, Mitra, el gran arquitecto, la conciencia universal y otros que no osaban pronunciar su nombre. Pero al mirar su creación y ver el desarrollo de las habilidades de sus vástagos notó que no estaban completos aún. A las creaciones del hombre le faltaba algo. Pensó en que hacer para que esa obra fuera sublime, elevada, mística. Quien tuviese la capacidad de darle ese toque mágico al ser humano debería ser una belleza superior. Puso manos a la obra. Creó las sirenas en los mares, pero sus cantos hacían encallar las naves. Creó las ondinas en los ríos, pero al ir en su búsqueda los hombres se ahogaban. Creó las salamandras en el fuego, pero se quemaban las manos al tratar de tomarlas. Creó las hadas en los bosques, pero éstas para defenderse usaron la magia y transformaron en sapos a sus perseguidores. Decidió entonces crear una esencia que escondería en el corazón de una mujer muy bella, la más hermosa. Le llamó Musa. Quien quisiera acceder a ella debería primero transformarse. Colocó otros ojos que tenían la cualidad de ver lo invisible, lo sutil. Pero el hombre que osara hacerlo debía navegar en su interior. Sacar lo que tenía dentro suyo para transmutarse. Vaciarse, encontrarse a sí mismo. Y una vez que tenía esa nueva visión mantenerse en ese estado para que sus ojos no se nublasen. A la elegida le puso obstáculos en vida, para que al ser superados pudiese iluminar a los demás.
Una y otra vez fue superando cada barrera, cada escollo, cada dificultad. Y con insistencia aparecían otras para que no fuese fácil su camino. Lo que le sorprendía al dios creador es que aún en las más difíciles batallas ella no perdía su sonrisa. Y cuando se enojaba y montaba en cólera el dios del averno subía a la superficie para tomar nota y aprender. El creador se sintió satisfecho cuando movió sus hilos para que se reconociesen. Cuando fue el momento, se miraron a los ojos y no necesitaron decirse palabras. Después de un prolongado abrazo el milagro sucedió. @SpoturnoV
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