viernes, 4 de septiembre de 2015

El Oro de las Sombras

El mundo no es como creemos. Es sólo nuestra interpretación de como es, es una proyección nuestra. El ego nos hace creer que elegimos. Para elegir hay que comparar. Esa es la creencia del mundo dual. La física cuántica hace tambalear estas leyes bien estructuradas del mundo dual. El observador de un evento, nosotros, a través de nuestra mirada cambiamos el mundo que vemos y modificamos esta realidad. Esta noción es muy resistida, ya que nos hace responsables de la realidad que estamos viviendo. Al ego lo deja sin la posibilidad de decir que es culpa del otro o de los demás esa circunstancia de mi vida. Ergo si puedo cambiar lo que veo, lo que veo no es real. Es una ilusión. El cielo y el infierno, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, el hacer y el no hacer son variables de esa ilusión. Los alquimistas sabían que para lograr sus objetivos habían que unir polaridades. Unir la luz y la oscuridad. Como el cloro y el sodio que son altamente inestables, el cloro sólo es explosivo y el sodio sólo es altamente tóxico, pero si se unen forman la sal, esencial para la vida. Esta es la alquimia que se produce en las relaciones humanas, el complemento de las polaridades. El catalizador para completarse. Un ser conciente o iluminado está en un ambiente denso u oscuro para eso mismo. Somos luz y oscuridad. Si queremos ser personas completas debemos hacer conciente nuestra oscuridad. Para ello no es necesario un trabajo de introspección permanente. Esa sombra como le llamaba Carl Gustav Young se manifiesta en cada cosa que nos molesta. Lo que me molesta del otro no es un problema del otro sino algo que yo debo cambiar en mi. Los mejores maestros no están en el Tibet, en la India, en Cachemira o el Vaticano. Están en nuestro entorno. Son quienes nos muestran el camino hacia nuestra realización. Como? Prestando atención. Si nos molesta su irritabilidad veamos como no somos pacientes con nosotros mismos. Si nos molesta que el otro no haga fijémonos que cosas no hago interiormente por mi. Si no me relaciono bien con otros fijémonos como estoy comunicándome conmigo mismo, con mi ser interior. Es imposible que los demás cambien, aunque el ego te dirá que deben hacerlo. No trabajes para cambiar a nadie. Cambia tú y aquello que te molestaba ya no lo verás más cambiaste tu percepción. Para Jung este era el oro de la sombra. Es la búsqueda de los programas inconcientes que tenemos. Estos programas generalmente los heredamos de nuestro árbol genealógico. Esto se ve claramente en las constelaciones familiares. En nuestra vida se repiten las mismas experiencias. Están allí para que las sanemos. No critiques ni juzgues entonces a quien te hace vivir una experiencia desagradable. Béndícelo. El o ella te está dando la oportunidad. Pero no creas que hay que hacer algo para cambiar algo en el exterior, eso es cien por cien ego. Es dentro tuyo. Enric Corbera dice una frase ideal para definir esto "Nos ponemos enfermos inconcientemente, tomamos conciencia y nos sanamos inconcientemente".@SV

No hay comentarios:

Publicar un comentario